Francisco Jose Rodriguez: “Estamos condenados a entendernos, pero si una parte no quiere, hay que ponerse a las malas”

Francisco José Rodríguez: “Estamos condenados a entendernos, pero si una parte no quiere, hay que ponerse a las malas”

El vicepresidente de ALTAYR ha cerrado acuerdos con la mayoría de las aseguradoras a base de pelearse con ellas. Reconoce que, desde que forma parte de esta asociación, factura lo que realmente vale su trabajo.  

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Francisco José Rodríguez ha crecido en Talleres Manuel Rodríguez (Carmona, Sevilla), el negocio que fundó su padre y del que ahora él es gerente. Allí pasaba las tardes después de salir de clase y todas las vacaciones escolares. Así que, concluida la educación obligatoria, se volcó de lleno en el trabajo de la chapa y pintura. Precisamente por su condición de chapista, le pusieron el apodo de “Chapi” en su época de la mili. 

Y aunque dejó sus estudios para trabajar tan pronto como pudo, el vicepresidente de ALTAYR no ha parado de formarse, algo que considera fundamental. Y se percibe en cuanto cruzas unas palabras con él por el conocimiento que tiene del sector de la posventa y porque es capaz de recitar cualquier artículo de la ley del seguro. De hecho, tiene el título de agente. 

Pregunta: ¿Qué consigue un socio de ALTAYR que le sea más difícil de lograr por su cuenta? 

Respuesta: Recibes apoyo. No te peleas solo contra las compañías de seguros, que son muy grandes. El miedo tira para atrás y, cuando ves que tienes un equipo a tu lado que te resuelve dudas y te acompaña, sientes que no estás equivocado y que el problema no es solo tuyo, sino que abarca a todos los talleres de un país.

Yo llevo peleándome con las aseguradoras desde hace años y cuento todos mis juicios por victorias. Y como les estoy tocando el bolsillo, que es lo único que les importa, los números, deciden hablar conmigo. De hecho, con la excepción de 3-4 compañías, he llegado a un acuerdo con todas las demás. Porque de eso se trata: pelear hasta llegar al acuerdo, un punto necesario para las cuatro partes (cliente, aseguradora, perito y taller). Estamos condenados a entendernos, pero cuando hay una parte que no quiere, hay que ponerse a las malas. 

 

P: ¿En qué consisten los acuerdos que tienes con la mayoría de las aseguradoras? 

R: A base de pelear, llegas a cerrar un precio de mano de obra, más alto o más bajo dependiendo del volumen de trabajo que me genera cada compañía. Así evito tanta confrontación y consigo que las peritaciones, sin llegar a ser perfectas, sean bastante aceptables, tanto para mí a la hora de cobrar como para el cliente a la hora de reparar en tiempo y forma. Pero nunca he sido un taller concertado ni nunca lo seré. Mi casa es mía y en mi casa mando yo. No va a venir nadie de la calle para hacerlo.

 

P: ¿Y con cuáles no tienes acuerdos? 

R: Con Mapfre, por ejemplo, que era un referente en España. Siempre ha sido la que peor paga, pero sus peritaciones rozaban la perfección. Y ahora está peor que nunca: miente descaradamente a los clientes, incumple leyes y realiza todo tipo de tropelías para que un asegurado suyo solo vaya a los talleres que le conviene.

 

P: Tu “pelea” diaria es con los peritos, que son los que finalmente vuelven a tu taller buscando cerrar los acuerdos de los que hablas (enviados por las propias compañías de seguros). ¿No crees que su situación es tan desventajosa como la vuestra?  

R: Sí, sí. Igualmente, están machacados por las aseguradoras. Mi padre era perito de seguros, así que sé de lo que hablo. Cuando yo tenía 6 años, me montaba con él en el coche y me recorría las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz peritando vehículos. A mi padre nunca nadie le protestó una peritación porque era un hombre que tenía un taller y sabía cómo se repara un coche. Hoy en día, la mayoría no son peritos, sino ingenieros técnicos o, simplemente, alguien que ha pagado varios miles de euros, se ha ido a Ávila y le han dado un título. Pero… ¿qué experiencia tiene alguien así? Por eso, la primera pregunta en un juicio es: “¿Usted es perito titulado?”. Y la respuesta es un balbuceo dudoso. Yo no me imagino a un frutero dirigiendo la construcción de un bloque de pisos, como si de un arquitecto se tratase. Pues en nuestro sector pasa algo así. Y esta situación provoca que, como decía al principio, los peritos estén machados. Hoy en día cobran lo mismo que cobraba mi padre hace 40 años. Y, para colmo, están condenados a desaparecer en gran medida. ¿Por qué? Por las videoperitaciones, que reducen el kilometraje entre taller y taller, por lo que una persona sentada en una oficina realiza el mismo trabajo de tres peritos en un solo día. Desde que se implantaron las videoperitaciones, no se cobran dietas ni kilómetros.

A pesar de todo esto que cuento, estamos “condenados” a entendernos y con algunos profesionales no existe problema alguno, pero otros entran en tu negocio con la intención de imponer desde una situación de superioridad. 

 

P: A lo largo de tu carrera profesional, ¿cuál es la práctica más increíble que una aseguradora ha llevado a cabo en tu contra? 

R: Han sido muchísimas. Pero quizás la más increíble ha sido que afirmaran que mi taller no existía cuando el cliente, que me conocía, me eligió para reparar su vehículo. 

 

P: ¿Has perdido clientes porque han sido estos los que han tenido miedo ante este tipo de prácticas de las compañías de seguros? 

R: Lamentablemente, sí. La última vez ha sido hace unas semanas gracias a la cláusula “tú eliges” de Mapfre. Una cláusula que debe estar perfectamente explicada antes de firmar la póliza porque solo te permite llevar a reparar tu coche a talleres concertados a cambio de un ahorro de unos 20 euros en la póliza. Por eso, yo recomiendo a mis clientes que soliciten la libre elección de taller. También les recuerdo que, si son los perjudicados de un siniestro, dicha cláusula es ilegal. Aun así, he perdido algún trabajo. 

 

P: Por otro lado, ¿se traducen los logros conseguidos gracias a formar parte de una asociación como ALTAYR en una mayor rentabilidad de los talleres? 

R: Evidentemente. Yo facturo más que antes haciendo el mismo trabajo porque ahora cobro lo que realmente vale. Ofrezco un servicio de calidad y tengo una clientela muy fiel. Si ahora, además, cobro lo que debo, lógicamente la rentabilidad es mayor. Y gracias a ello, yo ya duermo muy tranquilo por las noches y no tengo miedo a que se me rompa una aspiradora o una lijadora porque puedo responder económicamente a esas situaciones. De hecho, he comprado maquinaria que era inalcanzable para mí hace años y que no tienen ni los concesionarios más grandes, como un cortaplasma o una descarbonizadora. Todo por ofrecer un mejor servicio a mis clientes. Por eso, cuando los peritos aluden al “precio medio de la zona”, yo les pregunto por cuántos talleres de la provincia de Sevilla tienen mi maquinaria. 

 

P: Entonces… En general, ¿podemos afirmar que la situación de los talleres ha mejorado gracias a la proliferación de asociaciones como ALTAYR? 

R: Por supuesto. No voy a negar que los primeros meses cuestan porque te encuentras ante un cambio importante. Pero se trata de una carrera de medio-largo plazo. Después de tres años en ALTAYR, yo ya veo los resultados y, además, ya me peleo con pocas aseguradoras: Mapfre, Línea Directa y Mutua Madrileña, que son las tres más guerrilleras.

Por otro lado, asociaciones como ALTAYR cambian nuestra filosofía. Siempre hemos sido de trabajar, pero tenemos que dar un paso hacia adelante y estar formados en cuestiones como dirección empresarial o la ley del seguro, que debemos sabernos de memoria. 

Yo, por ejemplo, me he sacado el título de agente de seguros y me conozco la ley de memoria, por lo que consigo que las compañías no desvíen los coches de mis clientes a talleres concertados. 

 

P: ¿Cuál es el precio que pagan los talleres concertados? 

R: Les diría que cada uno es libre de hacer en su casa lo que quiera, pero que el día que eche números, se va a echar a llorar. Porque están viviendo del descuento del recambio. Pero algunas compañías de seguros ya te envían el recambio a tu casa, por lo que perderán ese margen. 

Lo primero que tiene que hacer un taller es saber qué le cuesta su mano de obra para saber a cuánto vender. Y revisar ese estudio anualmente para no trabajar por debajo de coste. Aseguradoras como Mapfre llevan pagando lo mismo desde hace más de 15 años.

 

P: ¿Qué le dirías a un compañero de profesión si te pidiera opinión sobre asociarse a ALTAYR? 

R: Le diría que cuando vas de la mano de compañeros que tienen los mismos problemas que tú, el miedo se disipa. Además, que nada es como te lo imaginas cuando te llega la primera carta en la que te informan que vas a ir a juicio contra una gran compañía. Tú crees que la aseguradora va a aparecer con un gran equipo de abogados, como si de una película americana se tratase, y nada más lejos de la realidad. De hecho, yo cuento todos mis juicios por victorias. 

En uno de mis últimos juicios, pude hablar con el jefe de peritos que se personó, a quien le pedí que se pasara por mi taller para hablar y llegar a un acuerdo en lugar de tener que vernos cada seis meses en los juzgados. Su respuesta fue que para un taller que protesta en Carmona, a la compañía no le compensa porque lo que me tiene que pagar a mí en un juicio se lo ahorra por otro lado en un día. Así que cuando nadie tenga miedo y, en lugar de un taller, seamos los 18 que hay en Carmona los que vayamos contra Línea Directa, cambiará nuestra situación. 

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